Mario Tebes




MARIO CAYETANO TEBES NACIÓ EN POZO DEL CASTAÑO (DEPTO. FIGUEROA, SANTIAGO DEL ESTERO) EN 1927 Y SE CRIÓ BILINGÜE EN PLENA ZONA QUICHUISTA. FUE MIEMBRO FUNDADOR DEL ALERO QUICHUA SANTIAGUEÑO DE BUENOS AIRES Y AMIGO DE DOMINGO A. BRAVO Y RICARDO L. J. NARDI, CON QUIENES TRABAJÓ COMO INVESTIGADOR AL IGUAL QUE CON DONALD H. BURNS. EN EL INSTITUTO DE LINGÜÍSTICA DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES ESTUVO A CARGO DEL CURSO DE QUICHUA CORRESPONDIENTE A LA CÁTEDRA DE LINGÜÍSTICA REGIONAL QUICHUA-CASTELLANO DE LA UNSE DESDE 1986 Y DESDE EL 2004 DEL CURSO DE INTRODUCCIÓN AL QUICHUA SANTIAGUEÑO DEL PROPIO INSTITUTO. HA PUBLICADO LA QUICHUA Y LA CASTILLA DE LOS SHALACOS DE FIGUEROA (SANTIAGO DEL ESTERO, 1985), COMO COMPILADOR Y EDITOR, JUNTO A LELIA INÉS ALBARRACÍN Y JORGE R. ALDERETES, LA OBRA DE RICARDO L. J. NARDI, INTRODUCCIÓN AL QUICHUA SANTIAGUEÑO (BUENOS AIRES, 2002) Y CON ATILA KARLOVICH F. LA ANTOLOGÍA DE TEXTOS QUICHUAS SANTIAGUEÑOS SISA PALLANA (BUENOS AIRES, 2006). 


El 18 de noviembre nos abandonó el profesor Mario Cayetano Tebes. Con la desaparición física de Tebes, la lingüística quichua y la lingüística en general han perdido uno de sus más dotados investigadores. Mario Tebes fue uno de los lingüistas más rigurosos y abiertos del país. Este enunciado puede sonar vacío si no se tiene en cuenta el hecho de que Tebes fue un autodicacta, que comenzó a dedicarse a la lingüística de grande, después de jubilarse. Si uno visita la cotidianeidad de Tebes, se sorprenderá de la cantidad de jóvenes que se le acercaban y que él recibía, mucho más que como discípulos, como amigos. En él la juventud era apertura y curiosidad continua por lo nuevo, desde los nuevos usos de la lengua hasta las novedades informáticas. Sin el corsé de la formación académica, su imaginación le permitió desarrollar métodos de trabajo, exposición y clasificación específicos del quichua, lo que hace que sus textos teóricos sean, por lejos, los más claros de toda la quechuística, la mayoría de la cual parte en sus análisis de moldes grecolatinos.

Su legado es invaluable, no solo para quichuistas o estudiosos de la lengua, sino también para los militantes de los derechos lingüísticos y, en general, para quienes sienten un genuino interés por la defensa de las culturas originarias. Tras la muerte de Ricardo Nardi, Tebes, con ayuda de Jorge Alderetes y Lelia Albarracín, compendió sus apuntes de un curso dictado por aquél y los convirtió en una gramática que, para investigadores, estudiantes y profesores es la gramática quichua por antonomasia. Por su claridad de exposición y la precisión de sus conceptos, el libro Introducción al quichua santiagueño está al nivel de las grandes obras peruanas quechuas, como las de Cerrón Palomino y Torero e, indiscutiblemente, es la gramática descriptiva más perfecta que existe para el quichua santiagueño. Con la misma humildad y llaneza de su persona, la Introducción (que, dicho sea de paso, dista mucho de ser una mera introducción) aborda ordenadamente todos los aspectos de la lengua quichua, desde la estructura fonética y fonémica hasta la sintaxis oracional. Es inútil buscar y escudriñar: pese al vastísimo conocimiento de la lengua y de la lingüística general que se pone en juego en la obra, el lector no encontrará una digresión pedante o una línea escrita en tono academicista.

Su libro Sisa pallana, escrito en coautoría con su traductor Atila Karlovich es una compilación de textos de la colonia, rezos, letras de música, poesía épica, relatos orales, obras de teatro, traducciones al quichua, y textos del propio Tebes. Sin dudas, la coronación de su obra literaria es Castañumanata yuyasniy (Recuerdos del Castaño), obra bilingüe quichua español, traducida al español por Atila Karlovich, en la que el autor convierte a su pueblo natal en escenario de relatos costumbristas, anécdotas y añoranzas. El Castaño de Tebes llega más allá de lo que llegaron el Macondo de García Márquez o la Yawknapatawpha de Faulkner, por dos motivos: es un universo imaginado a partir de vivencias y personajes reales y, sobre todo, habla su propia lengua. Seguramente no tardará en llegar el reconocimiento literario al Profesor Tebes por esta obra.

Con la misma apertura mental con que alentaba a sus amigos y discípulos a marcarle sus faltas y errores (¡justamente a él!), supo explorar las diferentes grafías del quichua y arribar, luego de sesudas reflexiones compartidas con Karlovich, a la escritura de Castañumanta yuyasniy en una grafía carente de todo fundamentalismo (escritura basada en la fonética y la etimología quechuas para las palabras de ese origen y escritura etimológica española para los préstamos). Solo quienes estén familiarizados con los fanatismos y la cerrazón que suelen envolver las discusiones acerca de la escritura del quichua sabrán comprenderla lucidez que implica semejante decisión.
A diferencia de la mayoría de los hablantes de lenguas minorizadas que viven en la diáspora de sus reductos lingüísticos, Tebes supo siempre mantenerse alejado del purismo. Como reza el subtítulo de Castañumanta, que a su vez rememora la chacarera, ni los años ni la distancia lo alejaron de su querido Castaño. Ni sus vínculos académicos, ni su práctica escrituraria acartonaron su quichua, que, hasta los últimos días, fue la mismísima quichua que se habla hoy en día en la Mesopotamia santiagueña. Sus textos y su propia oralidad quichua reflejan un esfuerzo por adaptarse a nuevos usos de la lengua, sin miedo a los préstamos españoles, lo que da cuenta de su cabal comprensión de que una lengua sobrevive si se la usa y difunde como la usan los hablantes, y no si se la encierra en la caja de cristal de diccionarios y gramáticas normativas. Aún así, Tebes supo diferenciar escritura de oralidad. Usando la lengua que efectivamente se habla, Tebes convirtió Castañumanta es una verdadera lección de quichua, en la que no sobra una coma ni una partícula, y en la que cada frase ocupa el lugar ideal para transmitir todo el sentimiento y la pasión de un narrador que invita al lector a revivir su Castaño querido.

Gabriel Torem, diario El Liberal, 15 de diciembre de 2009.


Mario Tebes, quichuista wawqey noqayna sachapa churin; Pozo Castañuykimanta donde has nacido nos has traído tu “Sisa Pallana” un juntadero de flores, sisakuna tukuy ima layasta!
Con tu mishki idioma quichua, filosofía del alma, nos dejas códigos educativos, sabidurías ñawpas; con tu inmediata partida queda un atun utku, gran herida. Pero tu semilla quichua germina en los corazones y en los surcos de la vida. Tatayku: yuyachkani la amistad, las mañanitas compartidas con mi visita y la última guitarreada plena de melodías quichuas (“Vitu, cantapay cha unaymanta chacarerasta! —me decías, niaranki— Vitu, Cántamelo esas chacareras antiguas”).
Kusikuy wawqesniykiwa, alégrate con tus hermanos, con Sixto Palavecino, Domingo Bravo, Ricardo Nardi, Ishiku Tolosa y el mismo Cachilo Díaz, en ese “Anaq llaqtapi” pueblo celestial donde moran los quichuistas. Adiós, yanasuy, yachachejniy, adiós tataykuy. Aykapllapaskama.

Vitu Barraza, diario El Liberal, 15 de diciembre de 2009.